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El peso de la pena me ha vencido
y un halo de tristeza me descubre;
aumenta el sufrimiento, y el olvido,
más frio que una lapida me cubre.
Sufrido corazón, cada latido
que sueltas de añoranza es insalubre;
perdida la esperanza bullidora
queda solo un adiós que me devora.
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Un pozo de siliente escalofrío
me congela la sangre poco a poco,
dónde esta la ilusión “corazón mío”
dónde esta la alegría, dónde el foco
que sigue vivo en un lugar sombrío,
lleno de polvareda y medio loco.
Olvidar no es tan fácil si se nota
el amargo sabor de la derrota.
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Y así con el silencio ciego y mudo
rozando las paredes de mi pecho,
desgranó la impotencia, la sacudo,
y aparto las astillas que cosecho,
no importa la manera, las eludo,
mas algunas se clavan sin piedad
si pronuncio tu nombre en soledad.
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Fotografía y poema : Ramón Bonachí.