Todo es orden, ya circunstancia.
Ya a quién la sed,
quién nunca sacia
su prisa encubierta
sobre el papel.
Quién tan amable
que se preste
a mí a demandarme
porque soy tan sincero.
Quimera sin dueño
por aquí todavía
me busco aunque
nunca llego
del todo a perderme.
Triste desisto con mi espíritu
en guerra
mientras dure el silencio
socavando mis venas.
Me pesa la angustia
aún postrado a tus pies
y eso es incoherente,
cómo vuelco en tinieblas
mis ansias secretas,
la imagen del vértigo
que consigo encadena
mi misma muerte
lenta y con dolor.