Te dije que te cuidaras las espaldas
Que siempre yo era alguien de la que nunca se sabe
Y mira, que te lo dije a la tentativa de no decirlo
Pero te lo dije a favor de que te quería y, a su vez, porque me conocía.
Sin embargo, por el mero arte del querer apacigüe mis demonios más virtuosos.
Los encerré e hice que entrasen a la jaula tarareándoles suaves y sutiles versos que a tu nombre evocaba y, sin embargo, vos fuiste más estratega, mirándome a los ojos decías que no harías todo lo que hiciste.
Y mira que yo, diciéndote la verdad nunca lleve la verdad a la práctica.
Y mira que vos, diciéndome las mentiras más dulces les supiste dar vuelta a lo que según vos era tu creencia, y a su vez, no se quien fue más estratégico ni más artista.
Si vos al pintar bonitos sueños, jamás llevados a la praxis, o yo al dominar mis males con letras fugaces.
Lo cierto es que, tu ven y tu van ya no me mueven nada.
Siempre dijiste que era yo quien huía y después regresaba.
Una pena decirte que la última vez que me fui, no recordando ahora bien el día, yo ya me había ido antes, mi vida, claramente ya no lo eras y ya no lo sos, y claramente el sentimiento es una cosa con la que nunca se sabe. Lo he visto a lo largo de mi vida destruirse y modificarse.
Tal vez no en vos sino en otra u otras personas.
Tal vez, ya no en vos, que ahora no sos vos ni te escuchas a vos ni te me figuras a vos, el vos de antes.
Quizá soy yo, la que ve las cosas y a las personas de otra forma, puede que ahora te vea solamente como una silueta que está ahí pero ya no la se reconocer.
Solo sé que todo lo que antes tuve a decir y sentir a tu merced, lo he intercambiado por otros sitios perdidos que nunca te mostré y facetas nuevas que claramente no admirarías.
Mis versos ya no llevan tu marca y por obvias razones mis prosas ya no evocan tu piel.
Hace frío donde siempre te encontraste.
Hace un cálido abrazo en el regazo en donde ahora voy a consolar mis sentimientos palpitantes.
El verano más precioso lo encontré en el paso de tu ausencia.
Quizá fue la mejor casa que pudiste regalarme.
Una hecha de humo en la que no se encuentran ni tus reproches, ni tus estúpidos perfeccionismos hechos mierda que me han ayudado a ser todo lo que querías que nunca fuera.