Pasó la tarde desapercibida,
rumoreando entre el viento tu nombre,
mientras espero por mi ofendida,
sobre un verde pastal que nos alfombre.
Quizá sea el momento de abrir las alas,
dejar de esperar en este incierto,
por que tu corazón, lo que aguarda es un desierto
y no podrán juntarse nuestras almas.
Imposible para el mar mantenerse en calma,
imposible para tí aliviar mi alma,
por que no conoces el dolor, que tu silencio plasma.
En mi corazón, una herida,
que marca mi desventura pasada
y mi suerte desdichada