¡Oh!, que Dios te diera por mujer mía,
Y fueras mi compañera el resto de mis días.
Mira en mi corazón y en lo profundo de mi alma,
Sabrás lo que por ti siento, el anhelo porque seas mi amada.
Desbordaría de gran felicidad y abundante alegría,
Si te viera entrar para formar juntos una vida.
Como blanca paloma, ¡cuan hermosa eres!
Y en tu persona, semejante a torre fuerte.
Mis ojos te han visto,
Y aún mi corazón te ha examinado
¡al fin te encontré!,
En tus muchas virtudes, he sido enamorado.
¡Oh!, que Dios te diera por herencia mía
¿Porqué tendría que buscar aquí o allá?
Si solo en ti como mi mujer estaría mi delicia.