Vestidos con el traje de impaciencia
llegamos al altar emocionados;
con esos sentimientos exaltados
que pintan de ilusión su iridiscencia.
Con regia candidez de la inocencia
que guardan los amores consagrados;
juramos tiernamente enamorados
vivir de nuestro amor su incandescencia.
Mas todos nuestros votos se truncaron
en esos altibajos de la vida;
y todos nuestros sueños marchitaron
lo mismo que la rosa florecida;
que vientos inclementes destrozaron
dejándola en recuerdo convertida.
Autor: Aníbal Rodríguez.