No era aquella llorosa amante,
la tarde fría, lluviosa y helada,
sucumbimos, al amor dominante,
cordura, del amoroso caminante
Acaso hubo amor, demandaba
afecto, cariño o sinceridad;
la rutina invadía entorno,
días enteros, llenos de soledad
Nuestras vidas se ignoraban,
vítores vencían las algaradas,
comerciábamos nuestras miradas,
alrededor no habitaban palabras
Tampoco fui, su amor hidrante,
más ella, llegaba empapada
de una niebla diseminada.
Abrí la puerta, solo, una mirada
Fue el aviso, pasajero y certero
y al llegar a nuestro encuentro
sin palabras, surgió, por entero
lo que en años nos retuvo dentro
Tardes de rumor y entrega
pusimos pasión en juego
cual tabla de gimnasia rítmica
sin sentimientos, pero sin egos
¡Sin amor, solo el deseo, cede el solaz entretenimiento!