Mi soledad andaba por ahí…
despreocupada…y liberada
vagando por labrantíos arropados de tulipanes,
con la mente divagando en la indiferencia,
alejada de la realidad…andaba como perdida,
extraviada en la inclemencia de la espera,
resignada a un encuentro con la nada.
A mi soledad se la veía vestida de insensible,
se la sentía segura y firme…
con unos desplantes de temeraria.
Aparecía recia y dura…
indomable,
inagotable y elocuente.
No sé si solo fingía…
o en verdad se contagió de crueldad…
convirtiéndose en lapidaria.
No podría saber si le cambio la asfixiante rutina…
o el colapso de los sueños atrofiados…
que poco a poco se dejaron convencer del excesivo insomnio.
Mi soledad indolente por momentos…con un desinterés total,
con una flojera extendida…y agonizante,
no sé si andaba huyendo,
no sé si escapando del sombrío fantasma del hastío,
o tal vez intentando escabullirse del gélido aburrimiento.
Mi soledad huraña y fría…siempre dándose de valiente…
creyéndose autosuficiente,
desafiándole a la calma,
intentando engañar a los duendes del desaliento,
tratando de mentirse así mismo,
retándole al silencio…con una sinfonía de desesperados versos…
que aturden todas las noches…con su fingida aparición…
de desahogo y falso alivio.
!Ay¡ …
si yo pudiera convencerle a mi soledad que se deje de nostalgias,
que se pinte de claro y se invente alguna sonrisa,
y que salga a buscar alguna otra soledad desocupada…
que ande por ahí desorientada…con ganas de compañía.
A lo mejor, lo más probable sería que terminen armonizando…en el mismo sosiego…
consolándose las angustias parecidas…
contándose el mutuo desconsuelo…sus afines penas,
que de seguro son tan semejantes…y hasta exageradamente las mismas.
Mi soledad y la suya…no son casuales…
son la sabia convergencia
de las delicadas afinidades del destino.
Pero mi soledad andaba por ahí…
despreocupada…y liberada,
vagando por labrantíos arropados de tulipanes,
con la mente divagando en la indiferencia,
alejada de la realidad…andaba como perdida.