MIRAR ATRÁS
“Y sentí tu amistad, un lazo suave sobre mis manos”. (Charlotte Brontë)
Aminoro mi paso vagabundo
en esta breve esquina de afanes literarios:
solo acontece, apenas,
una tarde de abril preñada de nostalgias.
Dejo caer los párpados añejos
y como en un cuaderno coloreado
con retazos de sueños, con veranos,
con sombras hospedadas en fotos y memorias,
te contemplo y te evoco compañero,
amigo involucrado en la aventura
de mis juegos pueriles,
camarada inventor de enseres y estrategias,
destinatario escéptico y juicioso
de mis más ilusorias sugerencias,
censor irreductible y atinado
de mis aventuradas, mis remotas,
primerizas deidades de falda y pelo largo;
y te veo descenderme con tu mano fraterna
de mis cruces antiguas y de mis pedestales
erigidos sin plano ni argamasa.
Hoy mi mirada arcaica, derramada en otoños
sobre páginas frágiles de mérito dudoso,
te descubre maduro, transmutado
en padre generoso, en maestro sensato,
en diletante audaz y en guerrero pacífico,
y advierte con deleite que sigues siendo aún
el cofrade cabal e imprescindible,
el confesor preciso y el secuaz fidedigno
de risas compartidas y de llantos comunes;
y sonrío y te abrazo
desde el silencio acérrimo y absurdo
de este corazón mío apático y cobarde,
que ruega en pobres lienzos salpicados de tinta
que no se desmadeje la existencia,
que podamos tomar algún atajo,
desmentir a los años, esquivar las ausencias.
Sonrío y te enaltezco con mi verbo indigente
y, desde la afonía de este espíritu alado,
ambiciono y espero que haya un Dios
que nos emplace un día en otra tierra nueva,
y en la lengua silente y edénica que hablemos
nos conceda llamarnos, como siempre,
sin otroras ni agoras, serenamente, hermanos.
A mi querido e imprescindible hermano y compañero vital, Orlando Delsberg, en su cumpleaños.
PCV, 27 de abril de 2023.