Palparé con delicadeza tu secreto,
rozaré tu alma con la yema de mis dedos,
merodearé en tu castillo de madera,
calentaré tu taciturno invernal corazón.
Rasgaré tus cuerdas de viento y mar,
tempestades crearás con mis caricias,
laborioso trabajo el de atravesar
el laberinto de clavijas que es tu cuerpo.
Una nota antecede a otra, sin esfuerzo,
ya no soy nada, ya somos todo.
Somos canto, alegría y tierra,
somos algo así como la libertad.