ArturoEduardo

Una historia a recordar 1a. parte

Como muchas tardes, Mariano se sentó en la vieja mecedora que conservaba desde hacía muchos años, la cual le traía recuerdos de tiempo atrás, de una vida diferente.

Recordaba con una mezcla de melancolía y agrado, cuando compró esa mecedora en un remate de garaje, al ir caminando por las calles cercanas a su domicilio, en la ciudad de Monterrey, de la mano de su amada e inolvidable Beatriz. No supo que le llamó la atención cuando pasó por esa casa donde aquel hombre, ya entrado en años, se empeñaba en vender las pertenencias que había puesto en la acera de su casa. Convenciendo a Beatriz de llegar a curiosear, empezaron a caminar por entre todos los objetos que aquel hombre tenía a la venta. Una vieja máquina de escribir, un tocadiscos, varios discos de vinilo de 33½ revoluciones, una carretilla de albañil, diferentes juguetes infantiles, ropa de mujer y hombre, herramientas de trabajo, muebles para casa, y muchas cosas más.

Y precisamente entre los muebles de casa estaba una vieja mecedora que fue lo que más le llamó la atención.

-Mira Beatriz: una mecedora como la que siempre he querido encontrar para colocarla en el recibidor de nuestra casa, ahora que terminamos de ampliar. Es cierto que está un poco maltratada y necesita arreglos, pero está sólida y con un buen mantenimiento quedará bonita.

-Mariano: ¿no crees que esa silla ya está muy vieja? Además, me gustaría decorar la nueva entrada de la casa con unas sillas más acordes al color y fachada. ¡No me agrada...!

Mariano terció nuevamente para convencer a su esposa de que la mecedora no desentonaría con la decoración, después de arreglarla. -Verás que no desentonará, y además, próximamente, conseguiré la compañera para que la compartas conmigo y podamos sentarnos en las tardes y noches, con una copa de vino o una taza de café a conversar como lo hacíamos cuando éramos novios. ¿Recuerdas?-

-¡Ni que fuéramos tan viejos, Mariano..!!- Replicó Beatriz. –¡Si apenas estamos iniciando la edad de los cuarenta..!- -¡Jajajaja!- Mariano soltó la risa de una forma tan abierta y contagiosa que acabó venciendo la resistencia de Beatriz a efectuar la compra.

Siguieron curioseando entre los objetos a la venta, que fácilmente se les fue el resto de la tarde, emprendiendo el regreso a casa con su flamante compra.

Al pasar de los días puso manos a la obra. Mariano Fernández Torres, que era su nombre completo, sabía de carpintería y en cuestión de cinco días la mecedora estaba completamente restaurada, y además el barniz y la tinta utilizados le habían dado un toque rústico que combinaba agradablemente con lo nuevo y moderno.

Beatriz observó trabajar a Mariano todos los días al regresar de la escuela preparatoria donde impartía, desde hace quince años, clases de química y biología. Siempre trataba de verle el lado útil y práctico a las cosas y a las situaciones, pero esta ocasión era un gusto de su esposo por el mobiliario, y recordó que Mariano siempre le complacía en modificaciones a su hogar, que una mecedora a la entrada no era mala idea, después de todo. Además, siempre gustaban de conversar largos ratos y le agradaba la idea de una tarde o noche romántica, con una taza de café o una copa de vino, y por supuesto: agradable compañía. Y como extra, además, estaba contenta de que la estética de la casa no se perdía por un mueble rústico ubicado en la entrada.

Beatriz Moreno Estrada tenía también quince años trabajando en la facultad de ingeniería de la universidad, donde impartía las materias de matemáticas y física. Los dos habían estudiado ingeniería química y se habían graduado juntos, y al cabo de un año de haber egresado contrajeron matrimonio, del cual nacieron dos hijos: Laura, actualmente de catorce años y Miguel Ángel, de doce años. Hijos adolescentes y en etapa crítica, que les hacían recordar seguido que también fueron jóvenes.

 

Continuará....

 

 

Arturo Eduardo Gámez Torres

Baja California, México

\"Entender el sentimiento del alma y los secretos del corazón ...\"

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