En un castillo
algo lejano y misterioso,
un dragón bueno,
echaba por su boca fuego...
Vivía parsimonioso,
melancólico,
con descarnado alarido
en ese escenario...
Tenía miedo
al demonio del océano,
y con gran pavor,
de la tiniebla hizo su reinado...
Allí aburrido,
escuchaba al mar sonoro
y al rudo viento,
con temor y espanto...
Proscrito,
muy desolado, y sin encanto,
anegado en llanto,
su porvenir parecía infausto...
¿Cuál sería su destino?