Déjame el dolor de tu desventura
Escrita en las sienes de los anhelos
Déjame el abril intacto y perenne
En el atrio de nuestros secretos
Déjame los dedos deshabitados
De la compañía de tus cabellos
Déjame la absurda esperanza
En la cornisa de nuestro deceso
Déjame todo eco de angustia
Como preciada obra de tu recuerdo
Déjame el gris de las horas perdidas
Intactas en la línea de tu tiempo
Déjame la llave de la dicha
Aunque tu puerta cancele para siempre
Déjame llevar este karma
Solemne y perpetuo hacia tu anda
Déjame alejarme del amor
Hacia el obituario de nuestros nombres.