La noche quieta, enturbia mi mente,
acompañada de un vacío de silencio,
eres tú como un soleado día
que entibia mi alma.
Que no te moleste, ni la gresca del viento qué baja de la colina.
ni la lluvia pertinaz que resbala de la nube,
ni la polvareda que danza loca en medio del sendero,
que tú has transitado.
Me abruma verte tan pequeña y frágil, como indefensa
aunque nadie molestará tu sacro sueño,
dulce durmiente.
Luces tu mejor resplandor dormida en la paz.
llevando tu mejor vestido de seda,
en tu cabecera, guardián seré protegiendo tu sueño.
viviré al llanto de mi alma imperecedera
pero nunca abandonaré tu refugio,
miraré tus ojos dormidos en mi mente,
besaré tus labios dormidos con mis dedos
compartiré el calor de mi cuerpo
porque no habrá nada más grande en mi ser,
no lo veo.
y mi rezo viajará lejos,
más que la eternidad… lo prometo.
consumirán, mis fuerzas los tiempos,
mi sombra tras las sombras vagara,
entre lóbregas penas
sin tranquilidad ni sosiego
tú serás mi adoración para siempre.