Despiertas,
los días toman tu mano,
como jardineros
toman las alas
de las mariposas.
Los pies del caminante
sus huellas se desvanecen.
La voz de quienes callan
se extravían en el bullicio
de la ciudad.
La noche,
no sabe del día,
solo recoge el agua
que se desliza por las hojas
de la madrugada,
como el amor,
que pierde sus alas,
en silencio,
pero un grito oportuno,
las hace crecer.
Grito,
hecho dialogo,
hecho semilla
florece,
el almacigo incipiente,
un coloquio de amor.