Yo quiero que ud sepa, que sus ojos de fuego, encienden en mi entorno una hoguera de incienso.
Y quiero que ud advierta también si es posible, que sus labios tan rojos, como luna de sangre, me han ido envolviendo,
envolviendo,
envolviendo; como un pequeño papel en torno a la golosina de su envuelto, el dulce caramelo pa\' mis labios resecos.
Pero también yo quiero que no olvides ahora, ni mañana, ni nunca; cuanto te estoy queriendo, más allá de mis versos, más acá de sus manos que enseñan deseos, y que a veces, a veces, tiritan de miedo.
Mientras duermo, te sueño; mientras sueño, te veo; mientras te veo juego con su cabello moreno, y, cuando yo despierto del fantástico sueño, mirando a todos lados...
¡No encuentro ya su cuerpo!.
Entre las fantasías... fue desapareciendo.
«Pero aún, hay algo más cuando miro su rostro, me parece de pan; alimentandolo todo...»
Yo que incansable de quererte y buscarte, encuentro en su mirada la patria celestial, el ala de algún ángel, la sombra que busca, como besando el suelo; y un halo de ternura en su mirar sereno.
¡Mujer, pragmática mujer!,
\'consentida te tengo\', besaría sus manos, calzaría sus pies, peinaría su cabello, e iría hasta sus brazos, en mi cruel desconsuelo;
mariposa de sueños, crisálida de un verso, capullo y pronta flor; farol en mi solsticio de invierno.
... Tal vez, todo ocurriría, ¡seguro!, si no fueras mujer; la extranjera lejana que busco... Y, no encuentro; la niña más cercana, sabiendo que estás lejos; cuanto quisiera Yo, —verdad—
¡cuánto quisiera!, encontrarme ahora mismo en el sol de sus dedos, y frente a su boquita; que parece cereza a la puerta del averno; incesante de ardor, insaciable de besos.
—✏️ Luis E. 🇨🇴