una isla
la que tiene el techo estrellado
cuando ya no estén los hombres…
escapando del resto del mundo
para caminar de la mano
tú y yo por sus rincones
con aves escoltándonos
de plumaje blanco y gris…
para darnos un beso enorme
volviendo a casa después
sin llenarnos de temores
escuchando las melodías
de esos taciturnos airones
y de otras faunas invisibles
por calles y constelaciones
ya no temo ves
besarte los rincones
llenar el resto del día con tus muslos
sobre mí
dejar escapar las faunas
del dolor
estrellar el ayer clausurarle
cada calle sin volver
nunca más