Mi niño está adentro,
adentro solito está mi niño,
menguan sus fuerzas
clavado en la cruz y sangrando.
Látigo en mano, el verdugo acecha
se regodea en su dolor,
en su sed, en su hambre
y cercena su esperanza.
Yo por fuera aguardo,
sentado sobre un volcán
agobiado, desconcertado,
ardiente lava me arrastra.
Sopla aire de incertidumbre,
el pecho apretado
y húmedas las pestañas
amargo trago apuro.
Atrapado e indefenso
en una tela de araña
que sanidad teje ajena
al dolor que en silencio espera.
Con muro infranqueable tapona
el sistema, que la salida bloquea
y sin generosidad me aboca
a apretarme el cinturón.
30-04-2023
Edel@vateignoto