Matias 01

Ese silencio…

Ese silencio que llega con las flores,

con las brisas de cal,

en el día desmoronado

por la turba de sombras

que se empeñan en deshuesar

todas las voces arrastradas

por el aire de la ausencia

-ese silencio- es como un cementerio

que me ayuda a vivir

con todos mis muertos.

 

A esta hora hay silencio en todos los relojes,

mientras el miedo

-que huele a la carne- abraza

la herrumbre de todos los olvidos  

en este suburbio de nada.

La luna -que también huele a sangre

y soledad- es como una mujer

con piel de sirena

que duerme

a diez metros de mi ventana.

 

Si acaso me abriera las venas

dudo que goteara algo;

No hay aire que rechina, no hay

pájaros de mal agüero,

no hay murmullos penetrantes

golpeando la puerta;

Ni la humedad oscura de la pena

se asoma esta noche;

En esta soledad espesa, de silencio

enajenado, la sangre

dormita, sueña con el calor inédito

de su memoria…

 

Y luego, te siento trepar en mi silencio,

con esa fiebre incombustible

que lo cambia todo…

Y luego, veo a la luna evaporar

a todas las sombras,

hermosa como una pupila

de amor,

ella tan sola y

condenada -como yo- a una eternidad.