Esperaba el fin del mundo,
Pero el año nuevo guardaba una sorpresa,
Esos ojos negros sin un mañana en los que me vi reflejado,
Y unos labios que me besaron.
Supe al oler su perfume con mi inexistente olfato.
Que ella había venido a salvarme,
Aunque su destino no fuese quedarse.
Éramos navegantes momentáneos en un mar sin infinidad,
No importaba de donde veníamos,
Tampoco hacia donde íbamos,
Para nosotros no existía tal cosa llamada eternidad.