Recuerdo a ese joven
a ese muchacho,
de él me había enamorado,
era tan dulce, brillante
y fresco, como los mangos
que sostenían las ramas
de los árboles de mayo...
Recuerdo que a mi casa
muy alegre él llegaba
mi padre y su padre eran amigos,
al árbol se trepaba
los mangos cortaba
y en la mano me los daba
me hacía sonreír.
Su ropa era blanca,
su rostro blanco
cabello rubio y castaño,
yo aún era una niña
él ya era un muchacho
que venía con la luz del sol
en los días de aquel mayo...
Su espléndida sonrisa
aceleraba mi corazón
tierno en ese entonces,
sintiendo los primeros golpes
que el amor causa en la vida;
En todo brillaba su encanto
recuerdo sus acuosos ojos
extraño sus blancas manos.
Un día trajo su instrumento
y lo escuché tocar la armónica
sentí dulces notas
flotar en los aires,
tan placentera melodía,
y yo lo creí a él
un ángel del norte,
o un Apolo de América.
De como llenaba la sala
de perfume y de música.
Con candorosa gentileza
deleitaba mis ojos
y su voz a mis oídos.
Él era tan perfumado, pulcro,
desiderable, como los mangos
que frutecían en las ramas
de los árboles de mayo.
¡Pero se fue volando aquel mayo!
como todo se va, se fue ...
ese joven, tan guapo,
a mi casa ya no venía,
mi amor quedó ignorado,
y quedé triste, muy triste...
¡Él iba quién sabe dónde!
Dejándome de niña, enamorada...
Hoy, aquellos días vienen a mí,
el dorado que se ha borrado,
¿Dónde estará él ahora?
¡Por completo me ha olvidado!
Ahora yo tengo la edad
que él tenía en aquel mayo.
Nada en mí ha cambiado,
con hojas de nostalgia
y creo que aún amando
a ese muchacho
ahora ya un hombre
y que en su Iglesia se ha casado;
¡Ah, se respira tristeza
tardecita quieta,
se respira en el aire ausencia,
se oye el eco de un llanto
de un amor no correspondido!
Te recuerdo como un día tan lindo
Ah, como quise quererte
que volviera Mayo para volver a verte
con el sol de tu pelo y la luz de tu frente.
Ah, días que ya son lejanos,
tardecita de tristeza,
¡Recordemos, corazón solitario
pues ya solo recordar nos queda!
El alma se recuesta a un lado.
Él era tan bueno, tan tierno,
cálido, como los mangos
que crecían, en aquel idílico mayo ...