En el confín de un vasto jardín,
de serpientes y rosas.
Existe magia en forma de mariposa.
Doncellas incomprensibles,
hormonales y sensibles.
Poseen el poder
de derrocar a un rey.
Destilan placer,
euforia, agonía o miel.
Hay mariposas territoriales,
otoñales y virtuosas.
Las que migran a la misma costa,
y las que se posan de boca en boca.
Las reflexivas, y compulsivas.
Las almas gemelas, y las de quincena.
Y valquirias presentes,
ardientes o ausentes,
y las que duelen hasta la muerte.
Hay mariposas de decoración,
rasgando su vocación,
Dando de lactar,
o admirando el brillo lunar.
Siendo calma y huracán,
tinieblas o paz espiritual.
De fragancia azucarada,
o con magma de lunas alunadas.
Polares y morenas,
y de lunares por estrellas.
Hay mariposas envidiosas,
cristalinas, mentirosas, y hermosas.
Con aleteos de biblioteca,
caseras o de pies de bicicleta.
Con argumentos, o diales sin cimientos.
Con corona, nobles o perversas,
Odiando ser princesas,
y amando la naturaleza.
Este reino de fantasía,
está lleno de mariposas coloridas.
Imperfectas, venusianas,
amantes de las madrugadas.
Adictas a la vida,
musas de cálidas poesías,
y elixir de pasiones prohibidas.
Silvia Robles