Bellos recuerdos
de campos y de aldeas,
vuelven a mí.
Valles y sendas
con árboles frutales
que recorrimos.
Zonas agrestes
que luego continuaban
campo adelante.
Y aquel calor
feroz y sofocante
que machacaba.
Era el camino
que un día recorrieran
algunos hombres
Iban a Yuste
pasando por el Jerte
y su comarca.
Allí observaron
la vida y la pobreza
de aquel lugar.
También la recia
nobleza de sus gentes
trabajadoras.
Y es que en la piel
tenían bien tatuada
su Extremadura.
Rafael Sánchez Ortega ©
30/04/23