Raiza N. Jiménez E.
Inquietud.-
No veo razón, para negar la efusión de la atracción.
No tiene sentido, el acorralar la vehemencia.
¿Se puede ser prudente cuando se agita la pasión?
Sé que, algunas veces, se justifica la prudencia.
Pero, es difícil detener la energía divina del amor.
Más aún, cuando sigue su curso y se posa en la señal.
¿Cómo poder ocultar la verdad, por el temor?
Sería cómo matar al alma, por un pecado venial.
Has dicho bien claro: “El amor no es sabia reflexión”.
¿Cómo podría ser una inquietud, la dueña de tu sentir?
Cuando hay dos que se aman, sólo manda el corazón.
Negar la esencia de ese hecho, es dedicarse a morir.
¡Deja que todo tu cuerpo en la pasión fluya,
para qué este amor apasionado, no huya!