Sierva mía
reconóceme príncipe tuyo y ámame
-plebeya mía-
mi sangre está agonizando
y las tinieblas pronto cubrirán mi rostro
-me convertiré en la estrella
que un hoyo negro absorbe-
mis vestigios mueren en tu mundo
para poder seguirme a otra morada
-propicié tantas heridas
y es mi turno de desangrarme-
vives en mí a pesar
de que no pertenezco a tu universo
-entre las nebulosas mi voz se desvanece-
me acompañas sin que me tiendas la mano
y voy sin retroceso al reino del silencio
entre los escombros de mi ser
se asoma un cúmulo de pétalos
que jamás perecen.