A veces, un haz de penas
te encorva la espalda
y caminas en desasosiego
hacia la lúgubre noche.
A veces, la pereza de la luna
nos disfraza el camino,
en la tétrica oscuridad,
de la espesura del bosque.
A veces, el escalofriante plañir
del búho, que a su hembra cita,
con maullidos, silbidos y ululatos
nos pone la carne de gallina.
A veces, el pánico ciega la puerta
y no vemos el claro de luna,
que nos sorprende generoso,
señalando la oportuna salida.
A veces, la certeza del dolor
nos lleva a venerar las bondades
del milagroso analgésico:
optimismo, fe y perseverancia.
Somos como el prado en sequía
que agradece la gota de rocío,
espera la lluvia de la tarde
y previene a la semilla escondida.
03-05-2023
Edel@vateignoto