¿Cómo sería mirarte con los ojitos de un niño?
Te verías tal cual eres desde el alma pura y limpia,
que no sabe de rencores, tampoco de competencias,
pero sí de desafíos y hasta de poca prudencia.
Pues todo quiere saber y sin mucha explicación
porque en su enorme visión para él es muy sencillo
enfrentar algún conflicto y encontrarle solución.
Y mirarte con asombro y no acertar a entender
cómo un adulto no puede un conflicto resolver.
Y cuando estás abatido y ya no sabés qué hacer
es la mirada del niño la que te hace renacer
y te dice que es posible, y que necesita saber
que renovarás tus fuerzas para ayudarlo a crecer.
Y cesará la tormenta y te ayudará a ver
el cielo, otra vez celeste, el sol con su calidez.
Te tomará de la mano y recordarás lo bien
que se siente, y al mirarlo, a las raíces volver,
y así podrás abrazarlo para juntos recorrer
el camino que has soñado y sin temor a caer.
Porque vas a comprender que hay piedras en el camino
que en lugar de tropezarlas, rodearlas podés también
o correrlas a un costado, o saltarlas o romper.
¡Por eso cuando te sientas en un abismo caer,
recupera tu mirada, de antaño, de la niñez
y revive sensaciones que te lleven a creer
que si decides se puede, levantarse y ascender
y encontrar ese arco iris que, aún niño, supiste ver!
Miriam Venezia
17/02/2021