Lluvia silente
que se llama garúa
en esta tierra.
Es la que ahora
el día nos regala
de madrugada.
Estampa extraña,
de lluvia en las aceras
y en los jardines.
Ya se añoraba
con rezos de los fieles
y rogativas.
Aunque en los ojos
de amantes y poetas
siempre afloraba.
Lluvia de abril,
gotas de primavera,
besos del cielo.
Un bello día,
paréntesis de invierno
y primavera.
Es un aviso,
quizás una respuesta
a las plegarias.
Y a los deseos
de almas y pupilas
enamoradas.
Lluvia silente
que tanto te añoramos,
¡calma mi sed!
Rafael Sánchez Ortega ©
03/05/23