El mar lo arrastra hasta la orilla,
Algas, ramas, sobras inmunes,
Soliloquios despiertos abrasivos,
Sobre las arenas enguijarradas
La bruma no deja ver con claridad,
El viento azota, revienta y empuja
Sobre la frágil línea de la orilla,
Desierta, abandonada y usurpada
Hasta aquí llega el eco roto,
Del estambre hundido de mi vieja flor,
Desterrada del paraíso por el huracán
Y el abandono de una hermandad
Empapada por las olas que retroceden
Se abre paso entre esfinges,
Dentro del hormigón y el metal,
E irrumpen en el paisaje, ahora desierto