En el desamor, el odio y rencor
hallan el olvido, su paraíso apetecido y,
se alimenta con ávido fragor
en el corazón endurecido.
No olvida el que disimula olvido
si no el que quiere olvidar;
si no quiso a su ser querido
de su memoria lo puede sacar.
Atado a la vara de la insistencia
emerge el fatuo e ingrato olvido
como un respiro fuerte y deslucido
pretendiendo acabar la reminiscencia.
Se vive mucho tiempo en el olvido
más que el amor recibido
todo queda supeditado
a cuánto valoraste al ser amado.