Garcilaso de la Vega
Toledo vio el nacimiento de un valeroso guerrero,
candil del renacimiento, de las artes, caballero.
Sus elegías, sonetos, églogas, odas, legados
que engalanan los libretos. Por la historia venerados
por ser dechados completos de contenidos forjados
y de excelencia, repletos. En el Parnaso, guardados,
como joyas portentosas que no muestran deterioro,
singulares, glamurosas, refinadas, un tesoro,
que no tiene vencimiento, deja el tiempo prisionero
en su urdimbre sin secretos y con sus yerros expiados.
Poeta de obras fastuosas de un siglo bañado en oro.