La gatita recorrió el vecindario en fiesta
durante la noche,
gozó de todo su ser espléndido,
no dejó gallinas con plumas,
robó los silbidos del viento,
escondió las botas de los felinos,
...
Llegó a la habitación,
la quiso despertar;
pero, la princesita
estaba envuelta en el sueño eterno.
Esperó el paseo por la ciudad de la carroza
cubierta de rosas ante las multitudes,
en la tumba la acompañaría
hasta que volviera a levantarse
para oírla sonreír.