La lucidez es la locura.
La victoria no es de la mente,
es del momento.
Incito a lo escondido y superior.
Es el amor la conciencia y la huida,
ir por la muerte enseguida.
Tomo aire, respiro, saco mi encendedor,
y que caiga el dolor de las sienes,
que todos los rencores se olviden
y sieguen, fanática es la risa del llanto.
Internamente somos salvos,
es imposible no sentir la carne en su caldo,
alma clavada en la herida.
Perdóneme Dios esta tarde,
por mis ojos.