Coincidencias incomprensibles concatenándose
suponen una sonrisa desbordada, sin el velo
de los hechos y pasos estrechos hacia lo incierto
que es el camino ético correcto ahí delante
Y en la montaña que conforma la gran pirámide,
sumergida bajo nieve, cimentada en el misterio,
los sueños van naciendo al reflejarse inmersos
en los espejos estelares dispuestos por el aire
Moradores donde nadie, susurros en el corredor,
luz cruzando entre canales azules, nubes de oro
en ojos de tiempo que convergen en nosotros
cuando vamos descifrando el código órfico
Una intuición innata, o sentido del corazón
con amor a todo, medio ausente el cuerpo sólido,
y tan presente como solo el Sol esplendoroso
en el celeste trono, sobre tal caos metamórfico