Tus esquivos labios, curiosean, valerosos.
Tan ariscos en su nido, aletean muy deseosos.
Como pájaros cardenales, Revolotean sus alas,
conquistan gozosamente, suscitando las llamas.
Osados sin ningún temor, en mis labios se calcinan.
Embriagados en mi amor, alcanzando la cima.
No midiendo su dulzura, se desploman en mis versos.
Descansando totalmente, al calor de mi universo.
Hoy, en las noches, es mi luna.
Y en el día, aletea mi ruiseñor,
como ninguna.