Cuando me pierdo en el cosmos,
contemplando las estrellas,
las fulgurante viajeras,
recuerdo la luz de tus ojos;
bogo libre, no estoy solo,
acaricio tus guedejas,
y te siento leve y quieta
recostada sobre mi hombro;
una eterna compañía,
el aliento que fortalece
y que me llena de vida;
la mejor de las mujeres
que me ayuda y tranquiliza
aunque no se halle presente...