Aún siento como se alejan
los gritos de despedida
y como un pedestal erguido
veo mas allá de la bruma
para saber donde se ha ido la fe
y mi bagaje de sueños.
Aún no me atrevo a despegar
mis alas se han roto
en la tempestad del sentimiento
y mi voz todavía no hace ecos.
¡Podre, se que podre!
Cuando llegue el tiempo de los brotes
y las gasas de la poesía curen
las heridas de la decepción
partiré nuevamente a buscar
el arco iris y la inmensidad del verde
a vivir entre panaderos y cencerros
a caminar despacio sin mirar atrás
y a no clausurar otro mañana.