La tierra te está llamando,
con cada gota de tus ojos
cedes a ser abrazado por ella.
Las campanas oxidadas
replican en lo alto tu nombre.
Mi voz es débil y mi brazos frágiles.
No hay consolación del viento,
Las aguas, ahora rojas,
no pueden lavar más heridas,
la sombra del más grande árbol
ya no protege las flameantes penas.
Mi voz se rompe y mis brazos caen.
Las plantas desean crecer en ti
sin tú antes haber florecido.
No escuches la petición de la tierra
sin antes conocer su aroma,
sé libre de querer estar en ella.
Soy la tiza que el descuido dejó caer.
Pian y revolotean en las copas.
Saltan y se deslizan en el agua.
Ven, amado reflejo mío,
a danzar junto a las flores
que el viento lleva a su ritmo.
¿Puedes escuchar todas mis voces?
Las burbujas del mar cuando se rompen,
los suspiros del volcán dormido,
el lamento de las guitarras,
los latidos de las flores huérfanas
y los pasos de las hormigas.
Te nombro en cada movimiento.
Te suplico a la luz de tu mirada
que me abraces alma mía.
Iremos juntos al vacío
dibujando sonrisas en
el rostro.
Iremos queriendo ser uno del otro.