Carlos Justino Caballero

ESA ALBORADA

 

 

Mi aposento se iluminaba en tanto

despuntaba el sol en la alborada

y filtraba sus rayos por resquicios

de las celosías que me guardan.

El ulular de las pequeñas lechuzas

se iba con la noche dejando espacios

al zureo de palomas iniciando el día.

 

No hay otros ruidos. Los nietos aun duermen.

Nada perturba esa paz inmensa

sólo entendible si vas y la vives

con el alma quieta y en ese refugio

de puros respiros, sin manchas oscuras.

 

Y el cuerpo apresura su vuelta a la vida

que lo espera afuera. 

 

 

De mi libro “De poemas que morían”. 2017 ISBN 987-4004-38-3