Joseponce1978

El regreso de la lluvia

Al momento de caer las primeras gotas he permanecido completamente inmóvil por miedo a espantar las tímidas nubes. A continuación he visto el destello del primer rayo y a los 10 segundos me ha llegado el sonido del trueno. Siempre cuento los segundos que separan al rayo del trueno porque cuando ambos son a un tiempo, significa que llevo la tormenta dentro.

Por qué has tardado tanto en regresar, lluvia. Después de tanto tiempo ya había olvidado tu aspecto; tu relajante percusión al golpear en la techumbre de chapa, la forma de los cráteres que dejan tus gotas al estallar en el polvo del camino o el olor a perro mojado. La última vez que te vi pasar apenas era un muchacho imberbe y ya me puedo hacer un moño con el pelo que me sale por las orejas. Ya sabes que no soy exigente pero esta vez no puedo perdonarte la tardanza. En tu caso no hay justificación en lo de más vale tarde que nunca. Da lo mismo que por un momento hayas abrillantado los pinos, le hayas rizado la cresta a la alondra o le hayas sacudido el polvo a las hormigas, tu demora es imperdonable, pues las flores se han marchitado de sed y a los melocotones se les ha quedado la pulpa estropajada. Has ido demasiado lejos con tu crueldad y no me vale que te excuses diciéndome que a las nubes se les ha pinchado una rueda y no tenías rueda de repuesto, basando en ello la coartada de tu tardanza. Olvídalo, jamás te perdonaré haber abandonado así a una primavera que tanto te necesitaba.