Ése camino que lleva a ti,
temblando entre las piedras,
la lluvia te lava el rostro
y el viento mueve tus penas.
No hay nadie en la calle
y la calle resulta ajena,
solo existe el recuerdo
de una princesa excelsa.
Ella lo llamaba amor,
pero su soledad tiembla,
como suspiro en el suspiro,
como piedra entre las piedras.
Nunca llegará el mañana,
allá todo se queda,
ella sigue rumbo y senda
por un camino sin vereda.
Y la encontraré en algún balcón,
de un ayer que ya no vuela
y buscaremos un mañana
sin sol ni noches de luna llena.