Me Quedo Aquí V
Como roca adherida al mar,
me quedo aquí,
es como recibir del sol la luz,
y desear derribar el mal,
con tan sólo una mirada,
que dice adiós,
cuando en el alma,
implora una cantimplora,
cuando la sed no da abastos,
y absorta de todo busco a Poseidón,
o a Zeus, a Hera o a Hefestos,
a los dioses místicos,
que en el Olimpo yacen allí,
y con exordio y arengas,
voy cantando un preludio,
a mi voluntad,
y no es que sea yo un mar desértico,
sino que el mar es el agua de mi ser,
y del polvo seremos,
cuando sea voluntad de Aquél,
que creó al mundo,
cuando en el momento impetuoso,
sea como el oro todo,
como lo que soy después de amarte más,
y quedo como el imperio de mis propios ojos,
cuando me das el único momento,
cuando arde el combate en dar…,
una sola solución,
cuando ocurre el transcurso,
la transmutación y transportar el amor,
queda por parte del corazón,
pero, no, no ama como la razón con el corazón,
sino que hoy desama lo que irrumpe sin sazón,
sí, el corazón,
sí, el alma,
sí, la razón,
sí, la vida,
y como un desierto frío,
y frívolo y tan gélido,
se torna exasperante caminar,
cuando en la luz ofrece abrir,
de tiempo y de un suspiro,
cuando en la piel se recrea,
y crea un nuevo destino,
me quedo aquí,
pues, éste es mi mundo,
no es igual al tuyo,
y no te espantes, pero, mi vida no es igual a la tuya,
porque en el silencio estoy,
y en soledad y sin calma,
mi tiempo ni mi propia voluntad,
y como roca soy,
como piedra sin ser pisoteada por nadie,
sino como la misma hiedra,
adherida a esa roca,
donde el mar bate como late el corazón,
donde mi mundo es inerte, frío y frívolo,
y no de risas ni de comedias,
jactando el alma,
de risas sin ser compasivas con los demás,
me quedo aquí,
que la luz no es una certeza,
sino los propios ojos del mundo,
y te crees que es otra cosa,
cuando en el tiempo y en la luz,
debate cegar a los ojos de luz,
cuando ni el sol se puede ver,
pero, sí, la vida de los demás,
cuando en el empate de la existencia,
es cuando se torna la ausencia,
como la vil presencia,
y yo no,
que soy fuerte como la roca,
y débil como la rosa,
pero, mi mundo es frío,
como en medio del mar,
e inerte como la misma fuerza,
como la misma tempestad,
y se abre el deseo en el camino,
y en el destino una visibilidad,
de mi mundo sin ustedes,
porque estás arriba y yo abajo,
y si yo estoy arriba estás abajo,
y no das ni en el ocaso la verdad impoluta,
de ser como la triste noche con la luna,
dispuesta a entregar luz,
y si no das luz,
no das la fuerza para amar,
y cegando a los ojos,
te lleva hacia el mismo infierno,
ríndete porque no tengo corazón,
y lo que en infortunio matas a tu propio corazón,
conectado como parásito de un muerto corazón,
me quedo aquí,
pues, mi mundo es inerte,
como el Dios vivo,
es inmóvil como el desierto,
pero, el mar y el viento,
es mi mente que aún sin cosechar un camino,
vuela como ave con alas,
hacia la cúspide donde creo estar,
y cuando te des cuenta de todo,
querrás permanecer donde estoy yo…
Por: Srta. Zoraya M. Rodríguez
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