En yermo ocaso donde atesoro mi anhelo,
donde el verbo olvidado entona su eco,
recóndito abismo de palabras en desuso,
tejiendo hilos líricos en decadencia que acuno.
Divina lumbre que al verso has ungido,
despertando al remanso de vocablos dormidos,
asomado sin motivo y cansado, desde su guarida,
enlaza letras mustias con férvida medida.
Aureola esmeralda, esbeltos encantos,
vagando en pergamino con pluma y espanto,
hilvanando versos con afán enamorado,
unísono coro de ecos desempolvados.
Erguidos, susurros del áureo pasado,
yacen en estrofas cuál tesoro encauzado,
de la consciente sabiduría en estro velado,
enredando el alma en el manto consagrado.
Ah, semilla añeja de adverbios en fuga,
resurge, en las líneas, tesón que se apura,
plasmando anhelos que yacen en el tiempo,
como mi mano a ansiado estrecharse en verso.
Eximir términos que al oído se dilatan,
orlados de gloria que jamás se desgastan,
eleva las almas, con tintas centelleantes,
entrelazar sílabas en formas lindas ,elegantes.
De la confusión a versar en entresijo,
donde la mente ávida y poetas como yo deliran,
entre letras antiguas que aguardan, sedientas,
conquistar las almas, de amores polifónicos.
Así, el poema aflora en un canto solemne,
revive palabras de antaño en su esencia plena,
con el don de aquellos que habitan en versos,
entre sueños eternos, reviviendo deseos inmensos.