Quietud
El fatigado roció no deja de ser agredido
por garras y rocas en procesión desesperada,
arrojadas caóticas al torrente
sin pretensiones, es madre de sus hijos.
Desde tal glamorosa ribera se observa
la animal muchedumbre asfixiando ilusiones.
Ascienden por los aires existencía etérea
y prístinas esquirlas luminosas.
Oscilando el bambú de un lado a otro
sabe bien lo que debe hacer:
deslizarse misericordioso de los dedos, aire de la tierra.
Como las nubes en el fuego, adquirieron la sabiduría.
En el cielo llamarada flamígera te posas en las alas,
dando forma combinando en un eterno ritual
partículas en el cenicero de cenizas.
Levitando ascendemos al aire.
Tan lejos y tan cerca,
donde el invierno blanquea montañas.
Pensando… la mirada de un regazo lejano
pasos esculpidos dejan huellas.
Sin aliento son arrancados agorafóbicos credos,
limpiando pies y el rostro cansado.
Danzantes odaliscas procuran sus velos
a quienes quitan la máscara del oscuro horizonte.
Inesperadamente cae el aguacero,
se reconforta la lluvia de tal bendición.
Intermediario entre el cielo y la mar,
permite eternizar la reciproca relación.
De lo profundo del bosque saltan peces multicolores,
desde las copas de árboles plateados al río.
Mediando proposiciones de tiempos distantes,
Petrarca pasea con Laura de la mano al atardecer.
En la sombra que cobijas, árbol sagrado de la vida
comienzan a reír destellos llameantes en la cúpula azul.
Reconfortante reposar entre las plumas del fénix
que se filtran por las burbujas que dejan los peces.
Poco a poco se cierran los pórticos, lenidad de los cielos,
contemplando el rio madura la armonía.
Percibir que se han dispuesto luces esmeraldas,
quietud aun en caja de Pandora resurgirás.
Elthan
Todo lo perecedero es solo una parábola; lo autentico procede únicamente del corazón humano. Luz tinieblas jugueteando con elegancia