Observo,
un sombrero abandonado,
color de oro,
sobre el polvo amarillo,
allí olvidado...
Justo, al pie de un muro,
allí esperando,
el tránsito de un viajero,
que sea ufano,
un presumido de cuento...
Yo, un joyero,
por el sol desesperado,
voy sin rumbo,
más de pronto, me detengo,
y allí me lo pongo...
De seguido,
nos vamos caminando,
viendo y viendo,
yo el camino adusto,
y el sombrero el cielo alto...