Me siento triste
por culpa de un descuido
y por tu nombre.
¿En qué pensabas,
amigo aquella tarde,
cuando escribías?
No sé, me digo,
los años no perdonan
a mi cabeza.
Me da vergüenza
contar lo que ha pasado,
por un error.
\"Cambié tu nombre,
y fue sin darme cuenta,
y es la verdad\"
No sé que hilos,
con guasa se mezclaron
en la razón.
Pero al saber
por ti la fechoría
me sonrojé.
Tembló ese niño
que yace en las entrañas
del padre invierno.
Tembló ese hombre
con lágrimas de niño
por este error.
Y es que el candor
suplica una sonrisa
por un perdón.
Rafael Sánchez Ortega ©
06/05/23