Oí que la mariposa monarca
no sabe de su color y hermosura
ni de sus fuerzas y su vestidura
ni del periplo en el que ella se embarca.
Al verlas unidas en la comarca
revolotean en danza y ternura
posando en un árbol, en agua pura,
en las sonrisas, en césped o en charca.
Posó una con su ala herida en mi dedo
la noto mientras me tomo un café
la oí en susurros decir: ¡ya no puedo!
Por empatía, su ala acaricié
y usando sus alas nuevas sin miedo
y ya sonriendo feliz... la embarqué.
Luccass 09 de mayo
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