Sentir
que aún late la vida
en mi vida,
que los cielos grises
no tapan los girasoles.
Sentir una vela encendida
en este cuarto inerte,
ver de este a oeste
que en las calles bulle el oxígeno alegre.
Apreciar
la pequeña rosa lozana
prendida en la solapa existencial,
colma de esperanza
y de melodía
a este día sin sal.
La masa de la vida
se acaba,
pero partículas
de sus harinas
salpican las caras
de las estatuillas inertes.
Salgo al parque,
mis huesos secos
se llenan de carne de vida.
Mi canasto vacío
se siente otra vez lleno,
el polvo de la muerte
aparta sus manos
de mi plato.
La vida
me ama
aun con su sabor de acetato.
Autora Edith Elvira Colqui Rojas Perú Derechos reservados