Freddy Kalvo

Romance Maternal

 

De tristezas y alegrías

van pintadas muchas huellas

y cual viento en las montañas

derroté la espesa niebla.

 

Cuando vienen los recuerdos

veo siempre las estelas

que mis pasos han dejado

contra vientos y mareas.

Y por muchos huracanes

que encontré por las veredas

supe cómo levantarme

y vencer tantas tristezas.

 

Así mismo va la vida

y el recuerdo siempre queda

de las manos bondadosas

que aliviaron duras penas.

Y hoy con júbilo yo grito

cuando miro las estrellas

que el amor todo lo puede

y el amor rompe cadenas;

que las manos de una Madre

van cargadas de pureza

y sus dedos amorosos

son cual flores de Azucenas:

suaves, bellas, con blancura

y colmadas de terneza

que al tocarlas me emociona

y su aroma me recuerdan.

 

¿Quién quisiera que su Madre,

de sus brazos no se fuera?

¿Quién quisiera que los años,

no dejaran tantas grietas

en la dermis y epidermis

pues los años las resecan?

¿Y quién pudiera hoy negarme,

que una Madre es cual guerrera

que abnegada va en la vida

dando luz en las tinieblas,

como el faro que en las costas

previene a las carabelas,

del peligro que latente,

cada vez está más cerca?

 

Madre mía, te recuerdo,

con tu luz de primavera

y el aroma de las flores

que encuentro por las veredas

donde juntos caminamos

y lloramos las tristezas;

y también donde cantamos:

¡La tristeza no es eterna!

 

Pero ahora, yo te digo,

desde el alma con certeza

que tu viaje al infinito

fracturó esta mi alma entera;

que el recuerdo y tus consejos

no permiten que te mueras

porque vives para siempre

¡En la luminosa estrella!

Y cada noche percibo…

¡Qué titilas y me besas!