Resiste el alma cansada
muchos embates de la vida;
como palmera resentida,
al viento fuerte adaptada.
Porfia el cuerpo envejecido
y sigue estoico la rutina;
sin saber lo que se avecina
no tiene miedo, está curtido;
ni el sol bravo e inclemente
le hace bajar la frente;
siempre tiene una sonrisa
a pesar del crudo tormento
lleva el orgullo por dentro
sus pies no caminan a prisa.